cielo, y no eras
más que un vago existir de luz,
visto - sin nombre -
por mis cansados ojos indolentes.
Y aparecías, entre las palabras
perezosas y desesperanzadas del viajero,
como en breves lagunas repetidas
de un paisaje de agua visto en sueños....
Hoy te he mirado lentamente,
y te has ido elevando hasta tu nombre.
Juan Ramón Jiménez
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