domingo, 18 de julio de 2010

Recordando a Saramago




Hoy 18 de junio, cuando hace un mes que nos dejó J. Saramago,
acabo de terminar su libro “Memorial del convento” y me quedo con una sensación de melancolía, de tristeza; terminar el libro es como decir adiós a Blimunda y Sietesoles, los personajes más entrañables de la historia.




Visitando la prensa digital me he encontrado con estas entrañables palabras de Pilar del Río en el reportaje titulado "Viaje a Saramago" dedicado a su compañero.



“José Saramago escribía libros y abría puertas por las que transitamos hacia una cultura, otros escritores, un modo de entender la vida, un país. Supimos un día que Portugal tiene el tamaño adecuado para que una mujer, Blimunda, lo recorra a pie buscando a su hombre, al que acabará encontrando minutos antes de que la Santa Inquisición lo queme vivo por el nefando crimen de haber ayudado a juntar voluntades humanas y así volar en una pasarola que recorrió los cielos de Lisboa, Mafra, la sierra de Montejunto y los mares de Ericeira en un viaje único porque un fraile culto, un hombre manco y una mujer con poderes juntaron pensamiento y arrojo, valores humanos a los que no renunciaron pese a la amenaza de pagar por ello un precio tan alto como alta es la propia vida, la de cada uno, la de todos. La trinidad laica que formaban Blimunda, Baltasar y Bartolomeu entre sueños y estrecheces oyó tocar a Scarlatti porque la música es aérea y él cómplice en la elevación de los seres humanos, mientras, más allá de los acordes, trabajadores reclutados a la fuerza por el ejército de Don João V construían un convento palacio para conmemorar el nacimiento de Maria Bárbara, y por el que hoy pasean los turistas con Memorial del convento bajo el brazo. Y por llevar el libro entienden mejor la arquitectura y la naturaleza humana. Íntimamente mejor.”.....

Elpaís.es







Palacio de Mafra

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