viernes, 18 de junio de 2010

Saramago nos dice adiós


“Un día nacemos, otro morimos, y el mundo continúa, hacia dónde lo sabrán
las generaciones futuras”


J. Saramago


Saramago, un modelo de escritor comprometido.

Creador de uno de los universos literarios más personales y sólidos del siglo XX, José Saramago supo aunar su vocación de escritor con su faceta de hombre comprometido que nunca cesó de denunciar las injusticias que veía a su alrededor o de pronunciarse sobre los conflictos políticos de su tiempo.

"Saramago vive como escribe, tan lúcido e íntegro en sus libros como en los días de su vida", dijo en una ocasión la novelista colombiana Laura Restrepo al resumir "la clara impronta de humanidad" que emanaba de la figura y de la obra del escritor portugués.

Persona de firmes convicciones, capaz de "estar al lado de los que sufren y en contra de los que hacen sufrir"; "hombre de una sola palabra, de una sola pieza", como lo definió su mujer, la periodista española Pilar del Río, cuando en 1998 le dieron el Premio Nobel a Saramago, éste reconocía siempre que él no tenía poder para cambiar el mundo, pero sí para decir que era necesario cambiarlo.

Y lo decía en ese "espacio literario enorme" que para él era la novela, en la que, con su habitual modestia, aseguraba no haber "inventado nada".

"Sólo soy alguien que, al escribir, se limita a levantar una piedra y a poner la vista en lo que hay debajo. No es culpa mía si de vez en cuando me salen monstruos", afirmó en el 97, con motivo de uno de sus múltiples doctorados "honoris causa".

Sus viajes por los cinco continentes le servían también para animar a los oyentes a reaccionar ante el mal funcionamiento del mundo, "a indignarse, a no quedarse en esa especie de inercia de rebaño" que caracteriza al hombre actual.

"Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan se puede decir que nos merecemos lo que tenemos", aseguraba Saramago en junio de 2007.

Adn.es



2 comentarios:

  1. ¡Qué gran suerte poder seguir leyendo su obra!
    La literatura es un conjuro si no contra la muerte, sí contra el olvido.

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